Locations of Site Visitors

domingo, 10 de noviembre de 2013

Evelyn McHale, la mujer suicida más hermosa.

Evelyn McHale es considerada por los medios como la mujer suicida más hermosa que Nueva York haya visto. Incluso se cree que ella es probablemente la más famosa de entre todos los suicidas del Empire State.

La mañana del 1o de Mayo de 1947, después de haber visto a su prometido, Evelyn McHale había comprado un boleto para la plataforma de observación del Empire State. Así, ubicada en el piso 86 del edificio y con apenas 23 años de vida, saltó de espaldas hacia su irremediable final impactando contra una limusina de las Naciones Unidas que se encontraba estacionada calle abajo. Y he aquí que pareciera que todo pasó en el momento y lugar precisos: apenas unos minutos después de su muerte, el estudiante de fotografía Robert Wiles tomó una foto de McHale después de haber escuchado un estruendo al otro lado de la calle. Obteniendo sin duda una de las fotografías más emblemáticas e inspiradoras.

La policía halló más tarde el abrigo de Evelyn doblado pulcramente en el mirador de la planta 86 junto con un estuche de maquillaje que contenía fotos de su familia y una libretita negra con una nota que decía:

“I don’t want anyone in or out of my family to see any part of me. Could you destroy my body by cremation? I beg of you and my family – don’t have any service for me or remembrance for me.
My fiance asked me to marry him in June. 
I don’t think I would make a good wife for anybody. 
He is much better off without me.
Tell my father, I have too many of my mother’s tendencies.”

“No quiero que nadie, familiar o no, vea ninguna parte de mí. ¿Se podría destruir mi cuerpo por incineración? Se lo ruego a mi familia y a todo el mundo. Y que no se celebre ningún acto ni ceremonia en mi memoria. 
Mi novio me pidió que nos casáramos en junio. 
No creo que pueda ser una buena esposa para nadie. 
Estará mucho mejor sin mí.
Díganle a mi padre que tengo demasiadas inclinaciones de las de mi madre.”

Naturalmente sin querer (y contrario a su voluntad), Evelyn dejó un impactante, sublime e irónicamente delicado y hasta romántico testimonio gráfico. Me resultó increíble que, con todo y la violencia implicada en su suicidio (venga, una caída desde el mirador del empire state no es cosa de elegancia), su rostro refleja serenidad y todo su cuerpo pareciera estar en reposo en contraste con  la deformidad del auto, todo hecho añicos y, curiosamente su mano izquierda, con la que aferra, aún después de muerta, su collar de perlas.

Tan es así, que fue fuente de inspiración para Andy Warhol y para la banda de rock industrial "Machines of Loving Grace", recreando la escena para la portada del disco Gilt. También hay un par de temas dedicados a esta mujer: "A love song a Evelyn McHale" deAnton Rothschild y "Evelyn McHale" de las Parenthetical girls.

¿A que es hermosa?


sábado, 26 de octubre de 2013

Despedidas

Había leído un artículo sobre Ciro Eugenio Milani, quien publicó en su blog la intención de suicidarse y terminó cumpliéndolo al arrojarse de un puente el 11 de julio de 2005.

Hoy me encontré con otro artículo similar en el que se menciona que Pablo Ramdohr, bioquímico chileno, publicó un enlace en su cuenta de twitter que dirigía a un post en su blog titulado "Azida de Sodio" tratándose de una carta a manera de despedida. No me sorprendió sentirme identificada en parte. Sé que cada uno tendrá sus problemas, sus altas y bajas, pero me inclino a pensar que todos los que hemos tenido la misma idea rondando en nuestra cabeza tal vez en un punto llegamos a tener algo en común, por mínimo que sea. Tal cual lo escribe Pablo: "[...] he intentado perfeccionarme como persona [...] pero ya después de años uno se aburre de estar siempre peleando contra uno.  Y no quiero seguir viviendo así". 

Dejo el enlace al post (click aquí) y, por cualquier cosa, también lo copy-pasteo.

Azida de Sodio.

El tweet fue programado. hace rato pasó esto. Igual penca avisar por tuiter, pero era la única forma de programar el mensaje para mucho mas tarde.

Tengan cuidado si me vienen a buscar porque tomaré como 10 gramos de Azida de Sodio  y dicen que en contacto con agua o ácido (como mi guata) genera gases tóxicos, igual dejaré ventilado para que no se acumule. No quiero que les pase nada. 

Aunque no lo crean estoy contento y tranquilo.  Es una decisión que viene dentro de mi cabeza hace muuuuuuuucho tiempo. Y estuve esperando y pensando. Estas decisiones complejas hay que dejarlas decantar y se deben analizar bien.  En especial porque es como una decisión de vida o muerte. La decisión mas importante de mi vida. Jejeje. Además no creo que sea sorpresa para nadie.

Sucede que tengo la simple mala suerte de tener una mente rota.  Desde que tengo noción de mi mismo he intentado estar en calma conmigo, he intentado perfeccionarme como persona y dejar que esos tormentosos pensamientos que abundan dentro de mi cráneo constantemente. Pero ya después de años uno se aburre de estar siempre peleando contra uno.  Y no quiero seguir viviendo asi. Me da paja.

Ustedes saben que siempre he sido un rebelde, bueno ahora me rebelo contra mi mismo.

No es que no haya sido feliz, porque tengo un montón de recuerdos de momentos felices que he vivido con todos ustedes. Lo hemos pasamos bien no?
Pero a pesar de que tengo todo para estar tranquilo, mi cabeza rota no me lo permite. Vivo angustiado de lo que sucedió, de lo que sucederá, vivo momentos de soledad y desesperación que duelen y arrugan tanto el alma que llega un punto en donde piensas. ¿Valdrá la pena seguir peleando día a día contra mi cabeza inútil?.

Además por culpa de mi mente rota, no he logrado surgir profesionalmente, soy incapaz de empezar una relación de pareja, y madurar me ha sido muy difícil. Y cansa vivir como Sisifo. Lo único que tengo es su cariño. No puedo tener una vida normal y tranquila. Simplemente no puedo. Hay personas que les cuesta vivir. Yo soy de esas. Lamentablemente y por mas que lo he intentado no he podido amarme a mi mismo. Y vivir así es una tortura. Y todo por mi mente rota. Y vivir esperando e intentado que quizás algún día vaya a cambiar quizás si es que…. me aburrió. Llevo así casi toda mi vida. Y no quiero seguir viviendo con este tormento.  

Y esto es simplemente mala suerte. Tuve la mala suerte de tener una mente rota y eso es todo. Asique espero que nadie se sienta culpable de nada. Me quisieron mucho y me ayudaron un montón, asique relax.  Es solo mala suerte.

Pucha, quizás si pudiesen entrar dentro de mi cráneo me comprenderían. Siento causarles este dolor,  perdónenme por eso.  Pero con el tiempo estarán bien de nuevo. Nada es tan grave. Jajaja ojala mi cabeza culiá pudiese entenderlo.  Aprovechen que tienen una cabeza que los tolera y aguanta. Traté de hacérselo saber. Una y otra vez. Peeero, me salió tonta, con su maldito switch de autodestrucción que siempre está ahí.

Creo que igual mejoré bastante. Creo que todos notaron los cambios. Incluso logré despertar temprano y salir de la cama durante mas de 5 días seguidos. Logré ser más responsable, más sincero, mas tolerable. Bueno, no sé, varias cosas. De hecho igual estoy orgulloso de esos avances.

Pero el dolor es muy muy profundo, es un dolor que no soy capaz de comprender, es como si sólo el hecho de existir doliese. Siempre ha estado ahí. Además no he logrado sobrellevar una constante sensación de falta de sentido. Una sensación de constante vacío, de constante dolor del alma, y persistente, y que por más pastillas que use, por mas psicólogos a los que vaya, esta ahí, quizás menos escondido, pero ahí esta, y sigue ahí, siempre.

Intente vivir con pasión, intente vivir siendo un buen cabro, intenté vivir como dicen que se supone que hay que vivir. Ojala lo hubiese hecho mejor. Pero la verdad es que es irrelevante, haya sucedido cualquier cosa hubiese pasado esto igual. Ese dolor oscuro y profundo y la mente rota iba a seguir igual.

Tenía 3 grandes sueños que no podré cumplir. Me da pena eso. Siempre quise tener un hijo, y siempre quise tener un nieto pa malcriarlo. De hecho tcreo que todo los esfuerzos que he hecho han sido para poder algún dia ser un buen papa y buen abuelo. Que estúpido pensar tan en adelante no? Pero no sé, eso era lo único que esperaba, ser un viejo feliz con hijos felices y nietos choriflais. Con mi cagá de cabeza es tan tan tan difícil, prefiero hacer esto ahora a vivir angustiado después con un cabro a quien pueda afectar. Mi tercer sueño era morir anciano con alzheimer viendo los simpsons una y otra vez y no tener que recordar nunca el capitulo que vi. Debe ser una de las mejores formas de morir. Pero…. Bueh. 

Gracias a todos a quienes confiaron en mi, a pesar de ser un weón raro y difícil de comprender. No saben lo importante que fue para mi su confianza. Perdón por desilusionarlos.

He tenido 2 intentos previos de suicidio. El primero estaba triste. El segundo no sentí nada. Y hoy me siento tranquilo y Contento. Así como en paz. Me he reido bastante hoy y solo. Raro no? Jajaja . J.

No saben cuanto cuanto cuanto los quiero. Los quiero mucho mucho.  Ojala hubiese tenido más tiempo para decírselos, pero tampoco quería preocuparlos.

Les deseo lo mejor a todos, seguro que les irá bien y que estarán bien. son buena gente, y por eso los quiero.

No lo pasen mal. Pasenla bien. Dejen de preocuparse por weas. Aprovechen que tienen una cabeza que los tolera. Canten y bailen, ríanse.


Ahhh y donen los órganos que puedan, pregúntenle al coti si quiere mis riñones. :P y luego quémenme con mi chaleco negro de siempre. Y tiren el polvo donde quieran pero no los guarden. Les deje unas Kross5 pal funeral.


Y recuerden, dejen de preocuparse por weas!.



Los quiero.




P.

Causa y efecto

"Discúlpame" fue lo que me dijo mi madre entre lágrimas cuando al fin me decidí a expresar lo que pensaba desde hacía bastante tiempo. Le manifesté mi enojo y mi tristeza por la forma en que me había tratado sin temor a represalias. Sí, no lo niego, se lo estaba reprochando. Le estaba exigiendo un porqué a su actitud.

Y ante su cara llorosa cedí. O fingí hacerlo. Porque su disculpa no me hizo sentir mejor, al contrario, me hizo detestarla más. El odio sigue y seguirá allí. ¿De qué vale una disculpa, si no se arrepiente uno de lo que hizo? Porque mi madre, a pesar de haber pedido disculpas, sigue expresando firmemente, sigue totalmente convencida, de que lo que hizo estuvo bien, que estuvo plenamente justificado. Ella insiste: lo hizo para corregirme.

Dice que de no haber sido por esa "rígida educación" no sería lo que soy ahora. Bien, pues no sé lo que ella verá en mí. Yo no veo más que un ser repugnante: una persona siempre insegura de si misma, quejándose de todo, llorando por cualquier nimiedad, temerosa a expresar lo que siente, incapaz de hacer amigos o bien conservarlos, excesivamente indecisa y que reacciona de la misma manera con la que mi madre lo hizo: intolerante y siempre creyendo que en un golpe y en unos insultos estará la solución para sacar lo mejor.

Lo que me enfurece más es que ella se muestre extrañada de mi disgusto. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que cree que yo debería estarle agradecida por lo que hizo en lugar de mostrarme molesta. Y es ahí cuando no puedo más, me dan ganas de gritar con todas mis fuerzas, de arremeter contra todo lo que esté cerca de mí, de decirle que soy así por su causa, que fue ella quien lo provocó todo. Más sin embargo no lo hago. Porque algo en mí me dice que no hay más culpable que yo, que no estoy en posición de reclamar ni de reprochar nada. Y me limito a lo único que sé hacer mejor: llorar. 

Lloro, sintiéndome frustrada, sin saber qué hacer. No le dirijo la palabra a mi madre. Y para desahogarme (o debería decir castigarme), me corto. Y sí, en cierta forma me alivia. Creo que es preferible que me haga daño yo misma en lugar de mostrarme colérica contra los demás. Es idiota pero de alguna manera, dañándome siento que cuando alguien más, voluntaria o involuntariamente, me dañe, ya no dolerá tanto. El odio hacia uno mismo, al menos para mí, puede servir como una especie de coraza. 

Fracaso

"¿Cómo te defines como persona?", pregunta el reclutador. 

Y se hace un silencio incómodo. La verdad que no sé qué responder. Ni siquiera tengo la habilidad de pensar rápido, de mostrarme segura, quizás inventar algo para dejar una buena impresión. Simplemente no puedo. Ya sea por inútil (poca o nula agilidad mental), ya sea por no querer mentir, lo cual viene siendo casi lo mismo, termino siendo un desastre en aquella entrevista. La persona frente a mí baja la mirada, arquea las cejas y suspira mientras anota ocultando la hoja de mi vista. Al salir, la sensación es de vacío, de incredulidad, pues me doy cuenta de que ni siquiera yo misma tengo una idea clara de lo que soy. Ya ni qué decir de lo que quiero. Y eso me asusta: ser consciente de golpe que no tengo noción clara de mí como persona, como individuo. 

Lo curioso es que, cuando me preguntan sobre mis defectos, me vienen varios a la cabeza: desidiosa, ingenua, perfeccionista, hipócrita, soberbia, intolerante, cerrazónica, pero sobretodo rencorosa (y eso por decir algunos). Naturalmente no menciono todo eso, pero eso es suficiente para sacar a flote una idea que de antemano sé, pero en la que evito pensar porque duele. Duele recordar que no amo lo que soy. No veo cualidad alguna en mí. Todo lo que soy está mal y una parte de mí quisiera cambiar pero otra dice que es demasiado tarde, ya para qué. Ya no tengo voluntad para poder hacer algo significativo y tratar de emprender, de mejorar. Y postergo las cosas, la desidia es el pan de cada día. La noche es el tiempo del arrepentimiento, de la angustia, de la reflexión, de la motivación. Y el nuevo día es desaprovechado. He caído en una rutina en la que la indiferencia me rodea. He descuidado incluso mi persona. Me hartan las circunstancias: lo poco que hago, los conocidos, los amigos, la familia...ya basta. Quiero apartarme de todo eso. De eso a lo que siempre he tratado de darle gusto para sentirme aceptada, para sentir que formo parte de algo. Pero otra parte de mi siente que si me aparto, estaría aún más perdida, más insatisfecha, más vacía. Ya no tendría propósito alguno, ni siquiera el de intentar agradar hipocritamente. Y como en todo, lo primero y lo último que siento es miedo, soledad. Pues si ni yo misma me quiero, ni me acepto nadie más lo hará. Y no me siento con la disposición de hacerlo. Me detesto. No le veo sentido estar aquí. No aporto nada, ni busco hacerlo. Soy el fracaso personificado.

lunes, 15 de julio de 2013

Proyectos de Muerte

"No quisiera saber nunca lo que he venido diciendo, algo sucede que mientras uno habla suena todo tan natural y si se grabara y se escuchara de nuevo saldría uno huyendo, todo resulta tan exagerado y melodramático, como si la pena de uno fuera única, como si lo que uno intenta explicar fuera novedoso. Pero todos lo vamos diciendo cuando el turno llega. Por otra parte, si no se dice se revienta. Es por eso que sigo con mi misma melodía monotemática y, para mí, terriblemente agobiante. ¿Qué más da que otros hayan dicho mejor y hasta la saciedad lo mismo? Esta es mi pena, la mía ¿comprenden?

La rutina es una piedra pómez que proporciona tersura a cambio de rasparlo todo. ¿Por qué será que la vida siempre acaba por encarcelarse en la rutina? No existe escapatoria posible. Todo se trata de tropezar con las mismas piedras que otros tropezaron, vivir la misma vida que todos viven, morir de la misma manera que mueren todos. 

La vida se me desprende en costras, la quemazón de la vida que se va yendo, que me va dejando despojado, desnudo, desprotegido, desollado, mientras mi vientre se expande con la semilla de la muerte que le crece en su interior. Curioso, el tiempo me transcurre llevándome a pedazos, pero yo sigo creciendo más allá de la razón, más allá, siempre más allá.

Estoy cansado, todo me parece tan tonto, tan absurdo, tan innecesario, tan pesado. El peso del mundo aumenta junto con el mío. Preso en la cama por el plomo del aire, que como un ancla me arrastra al fondo en su caída. Allá afuera corre el tiempo, corre el mundo, mientras el mundo acá se marchita entre las páginas de una historia clínica, que monótonamente aumenta hasta que se termine la dotación a que cada quien tiene derecho, hasta que el patólogo escriba la última página.

Quiero desprenderme todo de memoria para poder ver lo mismo con ojos abiertos o cerrados, para no saber nunca si sueño o estoy despierto, hasta olvidar que una vez las cosas fueron de otra manera. Alguna vez quizá tuve una historia, pero esa historia se ha perdido, se fue borrando como la tinta de un retrato expuesto diariamente al sol. Sí, tuve una historia que se ha muerto detrás de estas cortinas. 

Mi cuerpo me va ganando la batalla, me va sepultando bajo su carga de podredumbre, bajo su carga de líquidos hediondos, bajo su carga de carne perforada. Me pierdo lentamente abrumado por el caos de mis órganos, por la desorganización de mis funciones que han enloquecido. No puedo meterlas en camisa de fuerza, sitiado bajo esta piel maltratada, desgastada como zapato bien caminado.

Los días se me van a tirones y empujones con ansías que se me desbordan, con un cansancio mortal. No sé qué quiero. Quisiera cerrar los ojos y abrirlos de nuevo. Sólo quisiera cerrar los ojos y ya.  Soy alguien que experimenta un intenso dolor en el pecho, en el brazo, alguien a quien la presión de vivir lo aplasta, saber que la vida y la muerte saben a sangre, ya siento el torrente..."
Proyectos de muerte
Aline Pettersson

domingo, 14 de julio de 2013

La muerte antes que la mediocridad

Creo que voy poniéndole demasiadas condiciones a la vida, o vivo sumergida en sueños absurdos o soy exigente con la vida y conmigo misma. O simplemente me convenzo de ello para ocultar y olvidarme de la verdad.

No importa cuántos objetivos me fije o cuan dura y estricta pretenda ser, siempre dejo todo a medias o muy mal hecho y al final sólo me siento insatisfecha, no necesariamente porque crea que no fue perfecto lo que sea que haya realizado, sino porque simplemente no amo lo que hago, no amo lo que soy. Soy una mediocre. Esa es la verdad que intenté insulsamente esconder bajo una apariencia de disciplina y exigencia. Todo es falsedad en mí.

No me siento digna de merecer elogios ni consejos, no los merezco porque siento que van dirigidos a algo que no soy yo, sino a lo que pretendo ser, lo que finjo, además porque percibo la obligación de corresponder con una sonrisa que es falsa, que no me nace. Por otro lado, tampoco me gustan las críticas, me duelen como una estocada porque exponen ante todos mi mediocridad. Siento que dejan al descubierto lo poco provechoso de mi existencia. Es por eso que no estoy hecha para la realidad. El mundo es así y hay que saber sobrellevarlo. Sin embargo me siento superada por todo, soy incapaz de encarar las duras circunstancias inherentes a la vida.

Lo que para otros es sencillo, normal, cotidiano y fácil de solucionar para mí es como un muro impenetrable. Me voy quedando atrás mientras veo cómo todos avanzan, si no es por el mismo camino hallan otro, pero siguen adelante y yo sólo permanezco mirando alrededor consciente de que me quedo sola; es como estar en un mar en el que voy dando manotazos al agua sin ir a ninguna dirección. ¿Qué puedo hacer entonces? No lo sé.

En realidad no hay nada concreto que quiera hacer, algo por lo que me sienta auténtica porque me guste de verdad hacerlo. Intento pensar en lo que más me interesa, lo que me agradaría desempeñar, algo por lo que valga la pena estar aquí, pero...no hay nada...además ya es tarde para mí.

Me pienso demasiado las cosas. No soy espontánea. Ya estoy harta de postergarlo todo y me embarga la decepción y me consume el cansancio...y el miedo. Ese terror de no poder encajar, de ir desorientada, intentando alcanzar a todos, como una niña pequeña intentando atrapar un globo que el viento se lleva y por más que corre nunca logra alcanzarlo. Siempre estaré rezagada o bien, estorbando a todo aquel con quien me tope. No quiero prolongar más esa terrible sensación de estorbar.

Creo que es una ley de la vida, me he supeditado a ello porque es lo que veo: sólo triunfan los que tienen el temple para hacer frente a lo más duro. Yo carezco de todas las cualidades para eso. De modo que si no tengo nada que aportar prefiero la muerte antes que la mediocridad.


lunes, 1 de julio de 2013

El comienzo de una última oportunidad


No seré la primera ni la última en expresar esto...leído hasta el hartazgo en la red. Pero en fin. Soy una más, una de tantos a la que le invade una sensación de vacío. No he podido dormir bien últimamente porque me la paso pensando en que no he empleado el tiempo en nada productivo. Me digo "ah, mañana haré esto, haré aquello, haré lo otro" para que al final, el día se me haya ido en hacer prácticamente nada. Y de nuevo, en la noche, me embarga la angustia de haber desperdiciado un día más. Miro atrás y me doy cuenta, con horror, de la cantidad de horas, días, semanas, meses y años que han pasado y aún sigo sintiéndome incompleta, insatisfecha.


Aquello se convierte en un círculo vicioso: paso las noches en vela reprendiéndome por no hacer algo de provecho, sólo termino enojada y decepcionada de mi misma. ¿Y qué hago entonces? Lloro. Como si hacerlo fuera a solucionarlo todo. Lloro porque no me queda más que reconocer mi debilidad y odiarme por ello. Mi desprecio hacía mí aumenta porque sé que afuera hay muchos otros que quisieran tener lo que yo tengo, quisieran tener salud, aprovecharían sin dudarlo todas las oportunidades que se les presentaran. Y buscando deshacerme de esa sensación de pesar y odio, me propongo una vez más hacer algo al día siguiente. Pero me gana la pereza. De pronto todo lo que sentía en la noche se borra, todo me da igual, no le veo sentido. Sucede que, la verdad, ya no tengo iniciativa, no encuentro motivaciones. ¿Para qué? Todo es lo mismo, todo es una rutina asquerosa.

Pero no me precipito. Acepto darme una oportunidad y acudo a buscar ayuda. Sin embargo, tal cual lo mencioné en la primera entrada, se me dificulta bastante expresar lo que siento, algo me detiene a compartir lo que estoy pasando con la persona que tengo al frente. Una parte de mí dice "¡anda, dilo ya! ni que fuera tan díficil" pero simplemente no acude nada a mi mente, las palabras no salen con la soltura que yo quisiera.

Me invaden la vergüenza y el miedo. Las ideas no me llegan debido a que sólo hay una cosa rondando en mi cabeza: lo que pensará de mí la persona que me escuche. ¿Pensará que soy idiota o que exagero las cosas? Quizás pensará que por lo que paso no es tan malo y yo lo hago ver como algo realmente terrible. Teniendo esas preguntas taladreándome la mente, termino balbuceando mi estado a medias e incluso omitiendo algunos detalles, y me digo por lo bajo "carajo, dilo todo, TODO, ¡no tiene caso si no lo dices tal cual es!".


Para evitar ese desliz y no sentirme tan rídicula, para la próxima vez escribo todo lo que he sentido. Lo repito una y otra vez en mi mente y si surge algo más, lo agrego. También trato de evitar de predisponerme a lo que pueda pensar o decirme la persona que me ayude. De esa manera me siento más tranquila y preparada. Pero igual todo se va al traste. Cada cabeza es un mundo, y mis palabras, mi sentir y mi situación tienen una interpretación completamente diferente. Incluso se aludió a un aspecto de mí que nunca había considerado, que ni siquiera había visto y lejos de hacerme reflexionar, sólo tuve un motivo más por el cual odiarme.


Al final termino hecha un mar de lágrimas. Me dicen que es porque soy muy sensible, que no está mal. Pero yo lo veo como una debilidad, como un escape infame. Veo que el tiempo que empleo en intentar ayudarme es en vano. Termino escuchando lo que cualquier camarada o familiar podría decirme. "Hey, que hoy he visto por la TV cómo sufren ciertas personas que lo han perdido todo...¡y se reponen! entonces ¿por qué tú no podrías?". Ante eso, no digo nada y aunque la tentación de abandonar ronde mi cabeza, prefiero continuar con la ayuda, quizás logre progresar.

Sólo me queda pensar que busco algo a qué aferrarme. Puede que haya algo más para mí allá afuera, pero no sé ni cómo dar con eso. Voy por la vida creyendo que hay un manual que dice qué hacer o qué decir, o cómo actuar en determinadas situaciones. Pero no es así. Y eso me aterra, porque soy consciente de que sólo iré dando tumbos, totalmente extraviada en este mundo, intentando agarrarle el ritmo.

Seguiré sumida en el círculo vicioso de no poder dormir y de no querer cambiar. No quiero mirarme al espejo y ver estupefacta cuánto tiempo dejé pasar sin hacer nada de provecho. Soy un estorbo que se limita a fantasear con dejar una buena impresión en las personas, pero que no hace algo real.

Si fracaso en esta última oportunidad que me doy, prefiero darle fin. Puede que me echen en falta, pero las personas se acostumbran con el tiempo a la ausencia. Mi muerte sólo sería un hueco en la rutina.

Los mártires de internet



Sí. Hoy día los mártires no son solamente consagrados al reino de los cielos, sino al Internet.

Son casos como el de Amanda Todd y el de Jamey Rodemeyer claros ejemplos del poder (mal encaminado) de las redes sociales, las cuales, no siendo suficiente la humillación física y moral en presencia del "acusado" (es decir, en su entorno inmediato), son el medio idóneo para los inquisidores modernos quienes cuentan con la seguridad detrás de un monitor -manteniendo un halo de anonimato-, de desparramar una cantidad abrumadora de comentarios despectivos (ciberbullying) hacia la persona sin que esta los hubiera conocido siquiera. Todo porque es sencillo menospreciar y señalar al que nos parece diferente, al que se equivocó, al que difirió de nuestra opinión.

Y es que hoy día ya no es posible conformarse con juzgar. Ahora resulta atractivo y hasta divertido evidenciar, me imagino yo, porque implica intimidar y sobretodo someter. Sí, de eso mismo se trata: de someter. Después de todo ¿quién se resiste a esa sensación de poder tanto sobre el humillado como sobre aquellos que siempre están dispuestos a apoyar al poderoso y a mostrar bravura cuando nada se arriesga? 

Cuando las víctimas ya no aguantan más, buscan soluciones y una de ellas suele ser el suicidio. Hartos de su situación, están resueltos a acabar con su vida al no ver más opciones, no sin antes exponer su situación: dejan un testimonio en la red de sus experiencias. Y es entonces cuando viene todo el show. El bullying siempre ha estado allí y se propaga aún más con las redes sociales, pero apenas se sabe de la muerte de alguien que fue víctima del mismo, de inmediato se vuelca vertiginosamente la atención al tema. Se hacen investigaciones, se realizan entrevistas, celebridades manifiestan su inquietud y enojo, se da una amplia cobertura hasta en los medios de comunicación internacionales, grupos activistas de Internet lo hacen todo para dar con culpables, el público indignado y dolido comenta que no puede ser, hay que cambiar, hay que apoyar a todos aquellos que son agredidos y humillados. 

Sí...todo mundo exclama: ¡Pobre de Amanda, pobre de Jamey, pobres todos los que sufren de ciberbullying! Sin embargo, lo cierto es que una vez que pasa todo el furor y se calman los ánimos, todos buscan en qué otra cosa pueden enfocar su atención, todos vuelven a sus actividades cotidianas, quizás ya hasta con indiferencia, al fin y al cabo ya se hizo, ya se investigó, ya se entrevistó, ya se dijo, ya se analizaron los posibles factores potenciales que pudieron haber contribuido a la muerte de todas las Amandas y todos los Jamies. Pero el bullying sigue ahí.

¿Que Amanda mostró eso e hizo aquello? ¿Que Jamey prefería tal o cual cosa? ¡Y qué! Estamos tan ocupados, fascinados ridiculizando y señalando los errores de otros, que no nos detenemos a reflexionar y vernos a nosotros mismos, como si nunca fracasáramos y nos mereciéramos el respeto y admiración de otros sólo porque escudamos nuestra mediocridad burlándonos y humillando a quien creemos estúpidamente que está por debajo de nosotros.

Al final, personas como Amanda y Jamey quedan como mártires, en su momento muy recordados casi como una advertencia latente de las consecuencias del bullying. No obstante serán fácilmente desplazados con víctimas venideras que ocuparán su lugar ya no como personas, sino sólo como mensajes que deslumbrarán al mundo, les abrirán los ojos, sus oídos y sus corazones...sólo momentáneamente. 

Es curioso que sólo cuando se está muerto la gente se preste a escuchar. Es risible incluso que ya hasta que el daño está hecho se lamenten, lloren y les remuerda la consciencia. No es mi intención referirme despectivamente de lo que ha ocurrido alrededor de casos como el de Amanda y Jamey, a quienes se les ha conferido más importancia frente a otros casos similares. Hasta páginas hacen en su honor en un afán de mantener su memoria como altares virtuales.

Quisiera decir sinceramente que nuestro pensar y actuar debería ser constante y no efímero sólo porque repentinamente nos encontramos con un vídeo o leemos algún encabezado que nos conmueve e invade el sentimiento. Sería mejor si nos la pensamos dos veces antes de proferir una burla o humillar, un poquito de empatía no nos vendría mal, aunque sea de vez en cuando. Pero esto último suena excesivamente ídilico. De una u otra forma siempre habrá quienes seguirán gozando del poder humillar y habrá otros que tendrán la mala fortuna de ser el blanco de las burlas. And bullying remains. Amen. 

domingo, 30 de junio de 2013

¿Desahogo?

No siempre tengo muy claro lo que busco expresar, o se me acumulan tanto las ideas que pierdo el hilo. Empiezo expresando una idea, inserto una más por acá, otra por allá y termino con otra. Y me desespero. Me desespera que me malinterpreten, que lo que quise decir sea tergiversado y me contesten algo que no me llene, no me satisfaga. Y no digo nada intentando ocultar mi decepción y el enojo hacia mí. Pero mi expresión me delata, siempre reflejando involuntariamente lo que siento y lo único que me hace darme cuenta de ello son las molestas preguntas "¿sí me entiendes?", "¿sí me explico?".

Incapaz de poder expresarme, voy fastidiada, harta y enojada, desquitándome con el primero que se me ponga en frente. Pero nadie tiene más culpa que yo, y es ahí cuando tengo una sensación de vacío, de indiferencia. Después de haberlo intentado, no tiene caso buscar más ayuda porque es volver a lo mismo. Lo que sea que me digan me resulta siempre insuficiente. Quizás hay algo que quiera escuchar. El qué, ni yo misma lo sé.

Así, en un intento de desahogarme, algunas veces intentaré plasmar aquí lo que siento ya sea escrito o en algunas imágenes; otras tantas postearé algunos textos o gráficos de acuerdo a mi estado de ánimo, lo que sea que me ayude a intentar mantener fijo un rumbo con pasos apenas adheridos al mundo.