Locations of Site Visitors

sábado, 26 de octubre de 2013

Fracaso

"¿Cómo te defines como persona?", pregunta el reclutador. 

Y se hace un silencio incómodo. La verdad que no sé qué responder. Ni siquiera tengo la habilidad de pensar rápido, de mostrarme segura, quizás inventar algo para dejar una buena impresión. Simplemente no puedo. Ya sea por inútil (poca o nula agilidad mental), ya sea por no querer mentir, lo cual viene siendo casi lo mismo, termino siendo un desastre en aquella entrevista. La persona frente a mí baja la mirada, arquea las cejas y suspira mientras anota ocultando la hoja de mi vista. Al salir, la sensación es de vacío, de incredulidad, pues me doy cuenta de que ni siquiera yo misma tengo una idea clara de lo que soy. Ya ni qué decir de lo que quiero. Y eso me asusta: ser consciente de golpe que no tengo noción clara de mí como persona, como individuo. 

Lo curioso es que, cuando me preguntan sobre mis defectos, me vienen varios a la cabeza: desidiosa, ingenua, perfeccionista, hipócrita, soberbia, intolerante, cerrazónica, pero sobretodo rencorosa (y eso por decir algunos). Naturalmente no menciono todo eso, pero eso es suficiente para sacar a flote una idea que de antemano sé, pero en la que evito pensar porque duele. Duele recordar que no amo lo que soy. No veo cualidad alguna en mí. Todo lo que soy está mal y una parte de mí quisiera cambiar pero otra dice que es demasiado tarde, ya para qué. Ya no tengo voluntad para poder hacer algo significativo y tratar de emprender, de mejorar. Y postergo las cosas, la desidia es el pan de cada día. La noche es el tiempo del arrepentimiento, de la angustia, de la reflexión, de la motivación. Y el nuevo día es desaprovechado. He caído en una rutina en la que la indiferencia me rodea. He descuidado incluso mi persona. Me hartan las circunstancias: lo poco que hago, los conocidos, los amigos, la familia...ya basta. Quiero apartarme de todo eso. De eso a lo que siempre he tratado de darle gusto para sentirme aceptada, para sentir que formo parte de algo. Pero otra parte de mi siente que si me aparto, estaría aún más perdida, más insatisfecha, más vacía. Ya no tendría propósito alguno, ni siquiera el de intentar agradar hipocritamente. Y como en todo, lo primero y lo último que siento es miedo, soledad. Pues si ni yo misma me quiero, ni me acepto nadie más lo hará. Y no me siento con la disposición de hacerlo. Me detesto. No le veo sentido estar aquí. No aporto nada, ni busco hacerlo. Soy el fracaso personificado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario