"No quisiera saber nunca lo que he venido diciendo, algo sucede que mientras uno habla suena todo tan natural y si se grabara y se escuchara de nuevo saldría uno huyendo, todo resulta tan exagerado y melodramático, como si la pena de uno fuera única, como si lo que uno intenta explicar fuera novedoso. Pero todos lo vamos diciendo cuando el turno llega. Por otra parte, si no se dice se revienta. Es por eso que sigo con mi misma melodía monotemática y, para mí, terriblemente agobiante. ¿Qué más da que otros hayan dicho mejor y hasta la saciedad lo mismo? Esta es mi pena, la mía ¿comprenden?
La rutina es una piedra pómez que proporciona tersura a cambio de rasparlo todo. ¿Por qué será que la vida siempre acaba por encarcelarse en la rutina? No existe escapatoria posible. Todo se trata de tropezar con las mismas piedras que otros tropezaron, vivir la misma vida que todos viven, morir de la misma manera que mueren todos.
La vida se me desprende en costras, la quemazón de la vida que se va yendo, que me va dejando despojado, desnudo, desprotegido, desollado, mientras mi vientre se expande con la semilla de la muerte que le crece en su interior. Curioso, el tiempo me transcurre llevándome a pedazos, pero yo sigo creciendo más allá de la razón, más allá, siempre más allá.
Estoy cansado, todo me parece tan tonto, tan absurdo, tan innecesario, tan pesado. El peso del mundo aumenta junto con el mío. Preso en la cama por el plomo del aire, que como un ancla me arrastra al fondo en su caída. Allá afuera corre el tiempo, corre el mundo, mientras el mundo acá se marchita entre las páginas de una historia clínica, que monótonamente aumenta hasta que se termine la dotación a que cada quien tiene derecho, hasta que el patólogo escriba la última página.
Quiero desprenderme todo de memoria para poder ver lo mismo con ojos abiertos o cerrados, para no saber nunca si sueño o estoy despierto, hasta olvidar que una vez las cosas fueron de otra manera. Alguna vez quizá tuve una historia, pero esa historia se ha perdido, se fue borrando como la tinta de un retrato expuesto diariamente al sol. Sí, tuve una historia que se ha muerto detrás de estas cortinas.
Mi cuerpo me va ganando la batalla, me va sepultando bajo su carga de podredumbre, bajo su carga de líquidos hediondos, bajo su carga de carne perforada. Me pierdo lentamente abrumado por el caos de mis órganos, por la desorganización de mis funciones que han enloquecido. No puedo meterlas en camisa de fuerza, sitiado bajo esta piel maltratada, desgastada como zapato bien caminado.
Los días se me van a tirones y empujones con ansías que se me desbordan, con un cansancio mortal. No sé qué quiero. Quisiera cerrar los ojos y abrirlos de nuevo. Sólo quisiera cerrar los ojos y ya. Soy alguien que experimenta un intenso dolor en el pecho, en el brazo, alguien a quien la presión de vivir lo aplasta, saber que la vida y la muerte saben a sangre, ya siento el torrente..."
Proyectos de muerte
Aline Pettersson